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COLUMNAS

Columna de Deportes Concepción: A seis meses de la desafiliación

La opinión del hincha del León de Collao por Ilich Rivas, administrador de @historialila

Ayer se cumplieron seis meses desde la desafiliación de Deportes Concepción. Yo no recuerdo, siendo muy honesto, que durante los castigos anteriores de los años 2006 y 2008 haya habido una actividad tan intensa y organizada como la del Club Social durante este tiempo. Varias actividades se hicieron, incluyendo un equipo participante en Tercera División en su momento, mientras pasaba el tiempo del castigo. Pero la actitud es lo más relevante: esto ya se convirtió en un asunto de supervivencia y como no se ve un final cercano aún, la porfía del trabajo continuo de mantener el club a flote es lo que marca la diferencia en Concepción.

Mientras tanto, hace pocos días la ANFP reconoció en su Consejo de Presidentes que tuvo un déficit de 24 mil millones de pesos durante 2015. Una cifra sideral, equivalente a más de 13 veces la cantidad de deudas imputadas a Deportes Concepción y a casi el total de ingresos proyectados por la ANFP para todo el presente año. ¿Por qué la ANFP no se declara inviable también? Con este antecedente, consideremos también el volumen del flujo de dinero que se maneja en la casa de Quilín. ¿Era imposible salvar a Concepción, si aún con ese brutal déficit pueden seguir funcionando con tranquilidad? Cada día se demuestra con mayor fuerza que la idea de la desafiliación era sólo tener un chivo expiatorio y una muestra de pretendida transparencia para seguir ocultando bajo la alfombra quién sabe qué sucio negocio. La justicia tendrá la palabra, ojalá pronto.

Tenemos un total de 1138 socios activos y 200 futbolistas jóvenes entrenando aún en Nonguén. Seis meses desde la desafiliación y el club, invariablemente, sigue creciendo. Un cálculo simple de cuotas pagadas mensualmente por esos socios, más otros ingresos, hacen de Concepción en la actualidad un club más que viable. Mucho más que otras instituciones que se mantienen en el profesionalismo apoyados en los factoring y en las migajas del Canal del Fútbol. Instituciones que votaron a favor del castigo, dicho sea de paso.

A propósito de lo mismo, la desafiliación de Ovalle impulsó a sus fuerzas básicas a organizarse también. Súmese a Wanderers, Linares, últimamente Naval y a otros varios clubes sociales más y veremos que la desafiliación de Concepción, aunque dolorosa, al final cambió algo: fue el punto de partida de una nueva forma de manejo de instituciones deportivas. Distinta de las sociedades anónimas de doble cara, rápidas para juzgar y más aún para robar. Esta es una nueva forma, honesta y transparente de verdad, de hinchas y para hinchas, con identidad y pertenencia.

Y ese es el punto al que quiero llegar. Todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿no habrá sido para mejor que nos desafiliaran? Ahora libres de inversionistas sin inversión y dirigentes sin dirección, ¿no vemos el futuro más claro, más duro, es cierto, pero mucho más nuestro? Evidentemente fue un fuerte golpe y habría sido un gran logro ascender en las condiciones en que participaba el último plantel, pero eso ¿a qué costo? ¿No sabrá mejor la miel del triunfo cuando sea producida en casa, por nosotros y para la ciudad, para el club y sólo el club?

Fuertes, organizados, con una voz potente desde el sur, determinados no sólo a no morir, sino que a vivir bien y por largo tiempo más. Pienso que los fundadores de 1966 estarían orgullosos de ver en qué se convirtió Deportes Concepción después de la puñalada más profunda recibida en su historia. Hay que tener fe y seguir trabajando, lilas. Estos seis meses le han demostrado a todos que se puede, que podemos salir adelante sin pedirle nada a nadie. Más temprano que tarde volveremos, mejor que nunca.

 

Foto: Equipo de comunicaciones CSD Concepción

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