Connect with us

COLUMNAS

Columna de Deportes Concepción: El futuro depende de nosotros

La opinión del hincha del “León de Collao”, por Ilich Rivas, administrador de @historialila

¿Le temblaron las piernas a Charles Reyes en ese último partido del Torneo 1984, cuando tuvo que patear un penal al último minuto? ¿Tuvo miedo Juan Carlos Almada, después de esa derrota por 4-0 frente a la UC en la Liguilla a la Copa Libertadores 1991, cuando parecía que los demás partidos eran por el honor? El “Chiqui” Chavarría ¿se quedó atrás en ese partido con la UC del 2000, cuando tenía que ir de centrodelantero a buscar el gol de oro? ¿Marco Bautista no fue a buscar el cabezazo al área frente a Jorge Wilstermann, esa vez que faltaba un solo gol para hacer historia?

En ese partido de 2004, cuando perdíamos con Naval en el minuto 86, ya sin opciones de ascenso, ¿dejaron de luchar Guajardo, Almendra, Fabián Muñoz? Dos veces nos dieron vuelta el marcador en el repechaje a los play-off del Apertura 2005. ¿Los lilas se quedaron parados, cansados de correr? Podría seguir eternamente, con decenas de ejemplos.

Les refrescaré la memoria con lo último. Ustedes seguro recuerdan a los García, Leiva, Limenza e Ibáñez, entre otros. Impagos, en pésimas condiciones, agotados por la campaña, perdiendo 6-0 con Curicó. ¿Dejaron de lado la campaña? ¿No clasificaron al final, con honores, a esa liguilla que nos robaron?

¿Por qué les recuerdo estas historias? Porque escucho por todos lados a teóricos del pesimismo, pronosticando los fallos de los tribunales, ya armando el equipo en Tercera División, mirando desde abajo la pirámide del fútbol chileno. Escucho frases del tipo: “necesitaremos salir campeones cuatro, cinco veces, para volver”. Leo a antiguos dirigentes, responsables mediatos de todos los problemas de Deportes Concepción, desde una altura moral impresionante, cuestionando el actuar de quizás la única directiva de hinchas puros -sin interés empresarial ni recursos- que ha habido en el club.

Olvidan que Concepción se armó para luchar contra el centralismo, para darle un lugar a la ciudad en el concierto futbolístico dominado por los equipos grandes, para algún día salir campeones, todas esas cosas. Pero olvidan también que el nacimiento, crecimiento y sobrevivencia de Deportes Concepción es una cuestión de dignidad, que escapan de los acontecimientos actuales, que es independiente de la división o la afiliación al fútbol profesional.

Olvidan pensando a corto plazo, con esa mentalidad que casi destruiría al club, que mientras haya niños caminando por la Plaza de Armas con la camiseta lila, hay esperanza. Mirando con miedo el futuro, se aferrarían a cualquier idea mágica, una solución rápida a cualquier costo, para salir al tiro del problema.

No, amigos: así no funciona un club serio y lo sabemos. Ya no queremos a Concepción preso de los mecenas, cautivo de deudas millonarias por armar proyectos sobre castillos de arena. Ganemos sin soberbia si lo hacemos en la Corte Suprema, perdamos sin (tanto) rencor si los magistrados no leen de nuevo nuestros argumentos. Estamos jugando un partido limpio, de chico a grande, con una lluvia torrencial de problemas, como esas tantas veces en Collao. Jugándonos el futuro, como casi siempre últimamente, pero ahora libres de cualquier cadena.