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COLUMNAS

Columna: Chile, el mundo y el fordismo futbolístico (por @NachoJOsorio1)

Por Ignacio Osorio

La crisis del fútbol chileno tiene muchas aristas en la cual sustentar argumentativamente una postura, pero ciertamente, en la que más se ha hecho hincapié, es en la falta de nombres y hombres que puedan hacerse un espacio, desbancar y proyectarse en la Selección. Algunos han aparecido, para ser justos. Nombres como el de Brayan Cortés, Gabriel Suazo, Ben Brereton o el paso al frente de uno que ya estaba, Erick Pulgar. Pero está siendo suficiente.

A raíz de esta crisis, donde por ejemplo es latente y evidente la ausencia de valores en posiciones tales como un lateral derecho, uno izquierdo, un par de volantes más (sobre todo en ofensiva), ciertamente un 9 goleador, el clásico e inextinguible pepero, inmediatamente se debería reflexionar ¿y el resto?

En el concierto sudamericano los dominios de Argentina, actual campeona del mundo, Brasil y Uruguay parece estar
tambaleándose. Por un lado está Argentina, selección que pareciera haber entendido que desarrollar un proyecto deportivo, donde contar con formación integral, con procesos formativos intermedios (de ahí la importancia de la selección sub 23 y sub 21 muy presente en el país trasandino), entre otros elementos, deberían ser fundamentales para que la selección que alguna vez capitaneó Maradona se instale como uno de los equipos más potentes del mundo. Por otro está Uruguay, el siempre incómodo y sólido Uruguay, equipo que es liderado por un Bielsa que pareciera
entender que al fútbol uruguayo lo que le falta es, precisamente, un plan de desarrollo para ser – de una buena vez- una potencia mundial. Finalmente está Brasil que es donde más se nota la falta de aquella estructura que sus dos principales rivales, y que al día de hoy ha visto mermado sus rendimientos colectivos e individuales, lo que lo posicionan en un insólito sexto lugar y habiendo perdido, por primera vez en su historia, como local en Clasificatorias, pero ¿qué explica esto?.

Durante los últimos años, el fútbol se ha vuelto cada vez más rígido, táctico y ha perdido esa chispa y capacidad de improvisación que le daba un no sé qué que ha enamorado por años al público, y Brasil e incluso el mismo Chile no son la excepción a aquel fenómeno al que ninguno de los países mencionados pareciera haberse sabido adaptar.

En este sentido, es probable evidenciar que tanto en Brasil como Chile (guardando las diferencias de ambos fútbol), o como en países europeos como Alemania o Países Bajos, esto ha mermado el desarrollo de jugadores diferenciadores, que además de ser capaces de gambetear al rival, sean también válidos a la hora de momentos complejos, con carácter y que vean más allá de querer, rápidamente, partir a Europa o incluso destinos exóticos como Arabia con el objetivo meramente de adquirir grandes cantidades de dinero. Social y culturalmente, tanto en Chile, Brasil como en otras partes del mundo se ha dado un fordismo futbolístico, donde la producción en masa, entendiéndose como modelos y no tan solo como cantidad, lapida cada vez más a aquel fútbol con el que hasta hace poco más de 10 de años muchas y muchos disfrutamos.

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