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COLUMNAS

Columna: Lady Florence Dixie y los comienzos de la mujer en el fútbol (por @NachoJOsorio1)

Por Ignacio Osorio

En los últimos años, el 8M, el Día Internacional de la Mujer, se ha vuelto una fecha icónica, donde tanto Santiago como otras ciudades del país se semi-paralizan entorno a las marchas y actividades que conmemoran esta fecha.
Como es sabido, el fútbol y su impacto va más allá de lo que ocurre fin de semana a fin de semana en las canchas, sino que este traspasa dichos límites para convertirse, finalmente, un fenómeno sociológico y sociocultural de interacción de las personas y grupos de individuos en relación a este deporte. Y es que el fútbol también se ha convertido en un espacio de realización política, en este caso de la lucha de las mujeres por participar en igualdad de condiciones en todas las actividades de la vida diaria.

El fútbol femenino en Chile ha crecido a niveles de tener en Tiane Endler, por ejemplo, una de las mejores futbolistas mujeres del mundo, siendo un ícono en el orbe completo sobre el desarrollo de la mujer en el fútbol. Si bien es cierto que en futbolistas como Tiane Endler, Carla Guerrero, Su Helen Galaz, o más recientemente nombres como el de Isidora Olave se han sumado a este boom que -ojalá- pueda desencadenar en que el fútbol femenino en Chile se convierta en una industria a mirar.

Pero los verdaderos inicios del fútbol femenino en nuestro país están lejos de ser el Mundial sub 20 del 2008, donde precisamente jugadoras como Endler o Carla Guerrero fueron protagonistas, en lo que era, por ese entonces, una actividad completamente amateur.

En los anales de la historia futbolística chilena, escondida por el paso del tiempo, y la irrelevancia sistémica que lamentablemente tuvo el fútbol femenil en nuestro país, es posible encontrar el nombre de la pionera olvidada.

Nacida en 1858 en Escocia, Florence Dixie es una mujer pionera, sobre todo por oponerse al rol sumiso y secundario encomendado en la sociedad mundial a las mujeres. Líder y comprometida en áreas sociales, culturales y políticas, vio en el deporte, especialmente en el naciente fútbol, una manera de influir en la sociedad. Como deportista y dirigente comenzó organizando partidos de fútbol de exhibición con fines benéficos, para luego en 1895 convertirse en la presidenta del British Ladies Football Club, reconocido como el primer club de fútbol femenino de Inglaterra y el mundo.

Dixie no solo fue dirigenta y organizadora del British Ladies F.C, también su principal gestora y financista, funciones y rol bajo los que fue, usando capital social, influencia y dinero, organizando partidos de fútbol y giras tanto fuera como dentro de Gran Bretaña, llamado la atención de los hombres de la época. Según se estima, el Ladies British F.C alcanzaría a jugar entre 150 a 160 partidos.

Bajo su presidencia, el British Ladies Football Club se popularizó rápidamente por el Imperio Británico; en total se estima que jugaron más de 160 partidos en el transcurso de dos años, donde asistían miles de personas de público. Todo un fenómeno para la época, donde el fútbol femenino crecía en popularidad y legitimidad.

Pero, ¿Cuál fue la relación de Lady Dixie con Chile, un país tan lejano a su Gran Bretaña? Pues fue una relación muy estrecha.

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El 11 de diciembre de diciembre de 1878 desde el muelle de Liverpool con destino al puerto chileno de Punta Arenas zarpa el vapor Britannia, en donde se embarca Lady Florence junto a su marido Alexander Beamont Churchill Dixie, Barón de Bosworth, sus hermanos Lord Queebberry y Lord James Douglas, un amigo Mr. Julius Beerbohm (quien tenía ya una sonada y poco grata experiencia patagónica a cuestas) y un sirviente. Luego de cinco semanas navegando llegan por el Estrecho de Magallanes a Punta Arenas, donde permanecieron cuatro días preparando caballos y víveres, seleccionando baqueanos para comenzar una histórica travesía por la Patagonia, cuyo comienzo se sitúa alrededor del 20 de enero de 1879 y que fue magistralmente retratado en su obra “Across Patagonia”, libro que se considera una importante contribución a la literatura de viajes y que ha sido ampliamente elogiado por su descripción detallada de la Patagonia y toda su cultura.

El viaje contó con varias paradas. La primera de ellas fue en el sector norte de Cabo Negro, pasado el río Chabunco, en donde descansaron en la estancia del colono suizo Emilio Bays. Allí habrían compartido con otros viajeros de la Marina Imperial germana, que estaban de paso en el crucero Prinz Adalbert que recién llegaba a Punta Arenas. Este coloquial hecho debe ser la primera vez en la historia austral, que se tiene conocimiento de un “rendez-vous” internacional. Posteriormente, continuarían su marcha por la senda baqueana hacia el norte rumbo al despuntadero (hoy el lugar es conocido como Cabeza de Mar). Desde ese sector siguieron la ruta tehuelche hasta el ‘Pozo de la Reina’, en honor a una anciana tehuelche a quien daban el apodo de Reina Victoria, y que solía aparecer en esos parajes de la pampa patagónica.

Continuando su viaje rumbo al noroeste, el grupo expedicionario superó la latitud boreal de la Laguna Blanca donde debieron sufrir la nada agradable experiencia de un temblor de tierra, consignado por Diego Dublé de Almeida en su diario de viaje el 1 de febrero, a las 3:40 de la madrugada. Fue el primer sismo registrado en Punta Arenas, que seguramente alcanzó grandes proporciones, ya que fue percibido por el explorador Rogers, que se encontraba en el sector sur del Lago Argentino y por el teniente Serrano, en la parte nororiental de Tierra del Fuego.

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