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ASCENSO

Columna: “Me saco el sombrero”. Un homenaje a las transmisiones de fútbol por parte de medios tradicionales y no tradicionales (Parte I)

Por Rodrigo Molina.

Domingo 20 de Agosto, 14:00 horas. Transmisión del partido entre Unión Compañías y Provincial Ovalle, válido por la quinta fecha de la Liguilla de Ascenso de la Tercera División A de Chile.

Hace mucho que no relataba tan nervioso un partido… Le va a pegar con pierna zurda Olivares, centro que vendrá al área, rebota en la barrera, rebota en la barrera la pelota. La tiene Briones, Briones que la deja más atrás para Dylan González, lo van a presionar a Dylan González, ganó, ganó, ¡ganó Genaro!, ¡ándate, Genaro!, ¡hace el gol, Genaro!, viene Ponce, avanza, tocó la pelota para Chris Díaz, si la ve la puede tocar hacia el sector izquierdo, un hombre solo, le va a caer a Benjamín Cortés, ingresó, le dio, GOL, GOL, GOL, ¡GOL, MIERDA!, ¡GOL, MIERDA!, ¡GOOOOOOOOOOOL! (el relator cae de rodillas), ¡GOOOOOOOOOOL!, ¡GOOOOOOOOOOL!, ¡GOL DE PROVINCIAL OVALLE!, GOL, MIERDA… Perdónenme la expresión, pero Dios mío, golazo de Benjamín Cortés. En la última, en la última, se tenía que ir solo no más el Benja, definió tras la salida del portero, se me llega a caer una lágrima… ¡se acabó!, se acabó no más… Ayayay, había que sufrir hasta el final no más, había que luchar hasta el final, se ganó bien… Dios mío, contra tremenda de Genaro Ponce, la comandó con Chris Díaz, la jugó por la izquierda para el Benja Cortés… Parecía que el balón iba corto, pero con esa sabiduría del Menina, definió por arriba del portero, y la pelota adentro no más, señoras y señores… Era un partido bárbaro, era un partido que iba a quedar para la historia. Tres para Provincial Ovalle, dos para Unión Compañías. Lo ganó el Ciclón en el final, era matar o morir…, era blanco o negro, jamás gris… Tres a dos lo ganó Provincial Ovalle que se queda con el triunfo acá en la Portada”.

Relato de José Ignacio Fuentealba, del programa Jugamos en la Cancha, de Radio Caramelo de Ovalle.

Relatar un partido debe ser una de las cosas más hermosas que nos depara el devenir del fútbol como parte de la vida. No solo es transmitir hechos o sucesos, sino también emociones, sueños, esperanzas y expectativas. Es el escenario donde confluyen no solo los talentos vocales y lingüísticos de quien te está contando la historia de un lance futbolístico, sino también es el lugar donde aflora toda la honestidad de una persona hacia el mundo, donde nunca te mentirá, donde interpretará el vals donde bailarán la verdad con la objetividad en medio de la simpleza de un tiro libre, de un córner, de un rechazo, de un pase o de una atajada, y en donde la emoción del gol es transmitida con el lujo de los detalles de una obra artística.

Debo ser honesto, esta debe ser la tercera vez que me emociono con un relato, y eso que estaba en medio del frío escenario de estar cubriendo un partido para mi sitio web, frente a un notebook y lejos del lugar donde se estaba disputando el partido en cuestión. Antes lloré con el inolvidable relato de Víctor Hugo Morales del golazo de Diego Armando Maradona ante Inglaterra (el mejor gol de todos los tiempos) en el Mundial de México 1986, con su mítica frase “barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?”, y también se me cayeron las lágrimas con aquella narración insuperable del legendario Vladimiro Mimica de los últimos minutos de la final de la Copa Libertadores 1991 que coronaba a Colo-Colo ante Olimpia, con esas frases que nos invitaban a celebrar inundados de felicidad: “Colocolino, no tengas vergüenza, sal a la calle, empuña tu bandera…”.

El relato es una actividad que ha cobrado gran importancia desde los primeros albores de nuestra historia. A pesar de que se había creado la escritura, la expresión oral jamás dejó de existir ni abandonó su sitial en el desarrollo de la cultura. Durante la era grecorromana, y en los siglos del medioevo, tanto los cantores como los juglares fueron fundamentales en la transmisión histórica y cultural al relatar, acompañados de su voz melodiosa y del sonido de un instrumento musical, diversos acontecimientos históricos y culturales que sucedían, muchas veces, a miles de kilómetros de distancia. Es así como hombres, mujeres, niños y ancianos repletaban las calles, circos y teatros para escuchar, en la voz de un cantor, lo que sucedía con la rebelión de Espartaco contra Roma, o en las estrofas entonadas por un juglar, lo que acontecía con Las Cruzadas, siglos más tarde, en el Medio Oriente.

El fútbol, como parte de la vida misma, nació hace más de un siglo atrás. Sin embargo, necesitó desde un principio de un soporte, el cual se ha mantenido hasta el día de hoy como una necesidad para su desarrollo como el deporte más importante del orbe. Nos referimos a que requirió desde sus inicios de una adecuada promoción, cobertura y difusión de sus actividades. Recogiendo el legado histórico de aquellos que recorrían kilómetros con tal de transmitir lo que sucedía en lugares distantes, el relator cobraba vital importancia para el fútbol y su relación con la sociedad, ya que sus palabras contribuían a construir ese puente entre ese deporte y las masas populares. Con el transcurrir de las décadas, a través de la fidelidad de la radio y, posteriormente, de la magia de la televisión, las personas se iban a sentir cada vez más atraídas hacia todo lo que giraba alrededor de la actividad futbolística, por lo que el relato, para ampliar ese polo de atracción, iba a evolucionar desde una simple descripción de lo sucedido hacia la mezcla de emociones, sentimientos, ideales y expresiones de diversa índole que, paso a paso, iban a significar que la vida ya no sería la misma, sin fútbol.

¿Es fácil relatar un partido de fútbol? Por supuesto que no. Un buen relator debe ser una persona preparada en cuanto al manejo adecuado de la gramática, es decir, el correcto uso de elementos del lenguaje tales como los sustantivos, los adjetivos, los verbos, las preposiciones y, hoy en día con la presencia visible del fútbol femenino, los artículos y los pronombres. Igualmente, un buen relator debe procurar una adecuada utilización de la fonética, en cuanto al manejo de los tiempos, de los énfasis y de los silencios. Por ejemplo, un relator que no usa las pausas en su narración va a terminar agotando su voz más temprano que tarde. Al respecto, la retórica es un elemento fundamental dentro de la narración de un partido de fútbol, porque es la base de lo que es o será tu estilo de relatar. Sobre este tema, han surgido muchas escuelas de relatores, como los relatores de voz profunda como Carlos Alberto Bravo, que le dan un estilo señorial a su relato, o los que utilizan una voz más aguda, dando un ritmo más acelerado al relatar, como relataba, por ejemplo, Vladimiro Mimica, u hoy en día, se estila un relato más nasal, como son las narraciones de, por ejemplo, Ernesto Díaz Correa en Chile o Mariano Closs en Argentina. En estos dos últimos casos, la agudización de la voz le permite al relator una narración más diáfana, más rápida, y que va asociada con lo agradable o divertida que puede ser la misma. 

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Chile y Argentina tienen los mejores relatores de fútbol en el mundo, y eso es innegable. A lo largo de la historia futbolística, hemos podido disfrutar de la excelsa voz de narradores desde Sergio Silva, Hernán Solís, Darío Verdugo, Abraham Dueñas, Raúl Prado Cavada, Pedro Carcuro hasta el mismo Chico Díaz o Héctor Tito Garrido, hoy en día. En Argentina, debemos ponernos de pie ante tremendos relatores desde el referido Víctor Hugo Morales o el Gordo José María Muñoz hasta Marcelo Araujo, Walter Nelson, el Bambino Pons o Mariano Closs. El relator chileno, salvo Carcuro, es de un estilo más radial, mientras que el relator argentino se adapta de mejor manera a lo que es una transmisión televisiva. Ojo con los relatores colombianos, son muy buenos, y cada vez tienen mayor presencia en el mundo comunicacional actual.

¿Qué otros aspectos debe desarrollar un buen relator? En primer lugar, debe ser ameno, es decir, entretener a la gente con su relato, tener la capacidad de transformar un escenario poco agradable en algo divertido. Pongo un ejemplo, se jugó este domingo recién pasado el partido entre Lota Schwager y Deportivo Pumanque, por la Tercera División B. Un partido triste, lento, jugado bajo la lluvia, sin ocasiones de gol. Quienes transmitieron aquel partido, tanto Benfer TV de Lota como Radio Pumanque decidieron contar anécdotas y coincidieron casi al mismo tiempo, en aludir como anécdota a mencionar a una persona que vendía jurel en lata. Todo aquello con tal de mantener el interés del oyente hacia el partido. Al respecto, un relator debe ser ingenioso, recurrir a anécdotas, historias, estadísticas, aludir a la trayectoria del jugador, etc. Es decir, poner información al servicio de la narración, tal como lo hizo siempre Hans Marwitz, uno de los más grandes relatores chilenos. Por último, un buen relator debe anticiparse a la jugada, tal como lo hizo Julio Martínez, en su maravilloso relato del partido entre Chile y la URSS en los cuartos del final del Mundial del ‘62 y su inmortal frase “¡Justicia Divina!”, o el increíble relato de Pedro Carcuro del gol del Pato Yáñez a Paraguay, jugando por Chile en las Clasificatorias al Mundial de España 1982 (“Puede ser la última jugada de Yáñez… ¡YÁÑEEEZ!… ¡PAAATRIIICIO YÁÑEEEZ!”).

Pero todo esto requiere el ingrediente final, que no es ni más ni menos que un sentimiento sagrado: la pasión. Un relator debe vivenciar su labor, sentirla en lo más profundo de su alma, de su mente y de su corazón y amar lo que está haciendo, para poder transmitirlo no solo hacia los hinchas y seguidores de un equipo en particular, sino también a cualquier ser humano común que siente al fútbol como una actividad que va más allá de un juego.

¿Existe el mal relator? SI. Se reconoce a un mal relator por el excesivo uso de muletillas. Claudio Palma no es un mal relator, pero ya aburren hasta el hartazgo las mismas frases de siempre, que la dictadura de los espacios, que cazar ratones a pata pelada, que el ¡sentarse!. Palma no se ha renovado con el tiempo, y ha perdido terreno con respecto a relatores como Alejandro Lorca que son relatores inteligentes, con gran utilización de la gramática y del lenguaje, construyendo frases ingeniosas y distintas en cada partido. Un mal relator se reconoce cuando usa términos futbolísticos que el común de la gente no entiende su significado, y los repite 20, 30, 40 veces en la narración de un solo partido. Conozco a un relator que repitió 36 veces el término “reconversión ofensiva” al relatar un partido de fútbol femenino. ¿Conoce el hincha común y corriente lo que significa el concepto “reconversión”? Por último, existe una línea muy fina que diferencia la broma de la burla, y en Chile, desgraciadamente, existe el relator burlesco, aquel, por ejemplo, que le muestra los dedos a los (as) jugadores (as) rivales cuando narra el tercer, el cuarto o el quinto gol, y además se mofa de aquello porque se reconoce “hincha” del club al cual le relata sus partidos. Conozco el caso de un relator burlesco que se mofó de un equipo de la Primera División Femenina de Chile, el cual perdió por goleada su partido y descendió de categoría hace dos años atrás. Este relator le mostró los dedos a las jugadoras derrotadas cada vez que las vencedoras marcaban un gol. Hasta el día de hoy lo andan buscando para pegarle… Y, por último, un mal relator es el que vive pendiente de los chivos (avisos comerciales) y de saludar a la gente durante una transmisión, y no se enfoca 100% en el desarrollo de las acciones del partido, como lo hace Sebastián Vignolo en ESPN Argentina, cargante, tedioso, repetitivo. Seguro que a algún forofo le importará Marvel o The Last of Us cuando están jugando Boca o River.

En mi labor de colaborador de www.enelcamarin.cl me ha tocado cubrir partidos de Ascenso, Segunda, Tercera A y B y Fútbol Femenino, y he podido deleitarme con excelentes narraciones. Tengo mucha fe en que los relatores jóvenes, tanto en radio, televisión y redes sociales, sigan emergiendo con fuerza con el paso del tiempo. Para mi gusto personal, los mejores relatores son Alejandro Lorca, en televisión, y Ernesto Díaz Correa, en radio. Igualmente, soy un admirador de aquellos narradores que han ido, paso a paso, construyendo su castillo con cimientos sólidos, como Orlando Villagrán, Fabián Astudillo o Patricio Vergara, todos ellos en TNT Sports. Me da gusto, también, que mujeres estén relatando fútbol. A algunos les atrae, a otros no, pero ellas recién están pavimentando su canino, y con el correr del tiempo, de seguro, corregirán sus ripios.

Sería muy egoísta, de mi parte, armar un ránking de quienes son, para mí, los mejores relatores de fútbol nacionales e internacionales, pero quisiera reconocer a los 11 narradores que más me atrae su relato, como José Ignacio Fuentealba, de Jugamos en la Cancha; Luis Díaz Calquín, de La Tribuna de Colchagua; José Ángel “el Poeta del Relato”, de CF3 y La Tribuna del Mimbre; Mario Montecinos, de Radio Femenina de Concepción; Luis Escares, de Benfer TV; Mario Moya, de Nación Aurinegra; José Ramón Oyaneder, de Toque de Queda, el relator con mejor dicción que he escuchado; Raúl Meléndez, en Más Radio de La Unión; Mauricio Brown, de San Bartolomé de La Serena; Raúl Maulén, de Radio Dinastía; y Patricio Crisóstomo, de Red Géminis Deportes. Ojalá sigan abriéndose paso, con armas nobles, en el mundo del relato futbolístico.

En Argentina, el mejor de todos, para mi, es Julián Bricco, de TyC Sports, conocido como “La Voz del Ascenso Argentino”, y quien fue sometido hace un mes de una riesgosa operación al corazón que duró diez horas. Espero que se recupere pronto y lo volvamos a escuchar nuevamente.

Un saludo al cielo a quien, a mi juicio, era el mejor de todos los relatores de Chile, el sanfelipeño Javier Muñoz Delgado. Era el prototipo perfecto del relator idóneo, porque cumplía con todos los aspectos positivos de un excelso narrador futbolístico. Ameno, divertido, ingenioso, inteligente, sagaz, entretenido. Que pena que tu vida se haya ido tan pronto. Le dedico esta sencilla columna a toda su familia.

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