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COLUMNAS

Reflexión. ¿Por qué no jugar una Copa Chile Femenina?

Por Rodrigo Molina.


El fin de semana pasado se jugó la fase de octavos de final de la Copa Chile, la cual reunió a equipos de todas las divisiones del fútbol chileno, desde la Primera División hasta la Tercera División A. La Copa Chile es un torneo organizado por la Federación de Fútbol de Chile, la cual reúne a elencos provenientes tanto de la ANFP como de ANFA, por lo cual clubes profesionales y amateurs disputan la competencia. Representando a ANFA no solo se encuentran equipos que juegan tanto en la Tercera A como en la Tercera B, sino también a destacadas instituciones que han sido victoriosas en los torneos de Clubes Campeones a nivel regional.

Gracias a la magia de la televisión pudimos ver que, para estos últimos clubes, la Copa Chile se vivió como una auténtica fiesta. Miles de personas asistieron con gran entusiasmo a los diferentes estadios para apoyar a sus equipos, y pese a la evidente superioridad física, técnica y futbolística de los clubes profesionales, lo cual se tradujo en victorias por amplio marcador en la mayoría de los cotejos, el público no dejó de vitorear, apoyar y empujar a sus jugadores. En Puerto Natales, por ejemplo, la hinchada soportó el frío, el viento y la nieve caída para apoyar a su equipo, el Club Deportivo Bories, en su partido contra Deportes Puerto Montt; en Copiapó, más de 1.000 personas viajaron desde Tierra Amarilla para apoyar al Ojanco, campeón de la Región de Atacama, en su match contra Cobreloa, uno de los elencos más importantes en la historia del fútbol chileno. Acá mismo, en la Región Metropolitana, y pses a que no hubo transmisión de TNT Sports, la hinchada se volcó a La Florida a apoyar a Población Los Nogales, campeón metropolitano, en su llave contra Everton. Poco importó que los viñamarinos hayan ganado el compromiso por 7-1, el gol que marcó Matías Pino a favor de los nogalinos fue festejado como si hubiese sido el tanto que les hubiese dado la Copa del Mundo.

Porque así se vive el fútbol amateur, con intensidad, con amor a la camiseta, con un apego más estrecho reflejado en la identidad hacia un club que representa a una población, una calle, una empresa o una figura vinculada con el fútbol chileno del pasado. Allí no se piensa en sistemas tácticos ni en una adecuada preparación física, se piensa jugar cada fin de semana “por el sandwich y la Coca Cola”, como se dice en Argentina. Son jugadores que viven una realidad diferente a los jugadores profesionales con sueldos millonarios y que gozan de infraestructura adecuada, indumentaria de primera línea o que viajan en buses acondicionados o en avión a diversas ciudades de nuestro país. El futbolista amateur viaja en micro o a pie, muchas veces solo con los zapatos de fútbol metidos en un bolsito, que tiene en la mente mantener a su familia, salir de la pobreza, esforzarse en su trabajo o en sus estudios para llevar el sustento a sus hogares y tener un empleo más digno, y el fútbol es una vía de escape o de desahogo de todos los esfuerzos y sacrificios que seis días antes tuvo que destinar más para el bien de los demás que el suyo propio. No importa si juega bajo la lluvia o el sol, en canchas de pasto o de tierra, para el futbolista amateur, jugar a la pelota es motivo de diversión, no piensa en ganar los puntos en cancha.

Igualmente, hubo equipos amateurs que plantaron cara su derrota ante elencos de Primera División o del Ascenso. Gol y Gol de Vivanco resistió hasta los 62’ hasta que Deportes Temuco, de la segunda categoría del fútbol profesional chileno, marcara el primer gol en su contra (Temuco terminaría ganando 2-0), o el Teniente Merino, de la Región del Bío Bío, estuvo cerca de empatarle a Huachipato, actual puntero de la máxima categoría de nuestro fútbol rentado, perdiendo finalmente 1-3 y siendo despedido entre aplausos por ambas hinchadas premiando el gran partido realizado.

El periodista Aldo Schiappacasse, en el programa “Todos somos Técnicos” del día lunes 10 de abril, señaló en sus comentarios una gran verdad: “LA COPA CHILE ES LA FIESTA DEL FÚTBOL”.

Entonces… ¿por qué se excluye al fútbol femenino chileno de esta fiesta deportiva?

Mientras el fútbol masculino jugaba el fin de semana pasado, disputando la Copa más importante a nivel territorial, la Primera División Femenina no disputaba partido alguno, cayendo en un breve receso inentendible. Solo se jugaron algunos amistosos, como el de la Universidad Católica que derrotó 4-1 a Cobresal, o la Selección Chilena Femenina que, culminando su microciclo de preparación, venció a Palestino por 3-1.

Como lo expuse en una columna anterior, el Fútbol Femenino Chileno está experimentando un notorio descenso en cuanto a su nivel de competitividad en relación a otros países de Sudamérica, y está dejando de ser una potencia a nivel subcontinental, como lo era hasta hace cinco años atrás. La solución más viable, a mi juicio, es que las jugadoras deban disputar más partidos en el año. Sería necesario disputar no solo un torneo efectivamente largo, jugando a lo menos 30 partidos en dos ruedas más liguilla o playoffs, sino que también se dispute una Copa Chile Femenina que no solo reúna a las ramas femeninas del fútbol profesional, Primera División y Ascenso Femenino, sino también a los principales clubes amateurs del país, cuyas ramas femeninas disputan torneos regionales a nivel amateur cada año.

El propósito de la disputa de una Copa Chile Femenina va más allá de una competencia futbolística a nivel femenil, sino que estimularía el llevar a cabo otros objetivos que estarían relacionados con la necesidad de hacer crecer este deporte a nivel nacional. El fútbol femenino necesita masificarse en el país, y disputar esta Copa podría hacer crecer el balompié de mujeres no solo en cuanto a competencias amateurs se refiere, sino también motivando y promoviendo a que su práctica se desarrolle en escuelas de fútbol, talleres deportivos y competencias a nivel estudiantil y local. Para que el fútbol femenino crezca en Chile necesita de una adecuada difusión y promoción que alcance a todos los rincones de esta larga faja de tierra, y la disputa de una Copa Chile Femenina, a nivel de marketing, facilitaría satisfacer aquellas necesidades y ampliar el espectro de un deporte que, sobre todo a nivel profesional, está más afecto a un círculo cerrado que a un entorno más amplio.

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Sin embargo, la necesidad de disputar una Copa Chile Femenina choca contra ciertos intereses de aquellas personas que aún perciben al fútbol femenino como un lastre y no como una inversión a corto, mediano o largo plazo. Disputar más partidos en el año supone, para estas personas que dirigen y administran a los clubes del fútbol chileno, y por ende a sus ramas femeninas, incurrir en gastos innecesarios referidos desde viajes, logística y alimentación hasta bonos o premios para las jugadoras. Menos interés habría en gastar dineros si los partidos de una Copa Chile se realizarían en localidades más distantes en nuestro país. A su vez, no se aprecia interés alguno en quienes organizan los torneos del fútbol femenino chileno en realizar un nuevo campeonato, argumentando “falta de tiempo”. De hecho, en forma informal o fuera de cámara, un periodista de una página web amiga de nuestro sitio le expuso a una de las personas que están encargadas de la organización del fútbol femenino sobre la necesidad de disputar un nuevo campeonato a nivel nacional que reúna a ramas femeninas profesionales y amateurs, recibiendo como escueta respuesta: “no hay más fechas”.

Esto se contradice con lo que sucedió, por ejemplo, el fin de semana pasado donde no se jugó fecha alguna del Torneo de Primera División Femenina. El haber parado una semana, en mi opinión de manera innecesaria, le resta no solo competitividad, sino que también afecta el trabajo de la semana, la preparación física y el ritmo de competencia, ya que las jugadoras entran en un letargo de más de dos días sin ningún partido oficial disputado. Perfectamente, con una organización adecuada, los 14 clubes de la máxima categoría, más todos los clubes del Ascenso Femenino que llevan 8 o 9 meses sin competencia alguna, pudieron haber disputado llaves de eliminación directa entre ellas o con los clubes femeninos amateurs más importantes de nuestro país o que, en el último tiempo, hayan obtenido logros significativos a nivel de competencias locales y regionales.

El fútbol femenino a nivel amateur se desarrolla de gran manera en nuestro país. Tanto a nivel local como regional, existen competencias muy bien organizadas y altamente disputadas, y en donde hay clubes que se destacan por sobre el resto. Como ejemplo, podemos citar al Club Social y Deportivo Ovalle, que en los últimos años se ha coronado como la rama femenina campeona en la Región de Coquimbo, realizando un gran trabajo con jugadoras adultas y en series inferiores, digna de cualquier equipo profesional, y donde algunas futbolistas incluso han llegado a militar en clubes del fútbol profesional femenino, como la delantera Sofía Cuevas. En la Región de O’higgins se desarrolla un torneo muy competitivo, que reúne a diversos clubes de distintas localidades de la ex Sexta Región, como Chimbarongo, Santa Cruz, Malloa, Pelequén, Rengo o San Francisco de Mostazal, y en donde podemos destacar al Fem Inclus, un club femenino de la comuna de Peumo, que tiene un proyecto muy interesante de real inclusión de jugadoras, donde incluso hay futbolistas, jugando en su equipo, que sufren de TEA (trastorno del espectro autista), y que se coronó como campeona en el 2022. En el sur de Chile, ya sea en la Región del Maule, en la Región del Bío Bío o en la Región de la Araucanía, los torneos femeninos a nivel local y regional, sobre todo en zonas rurales, son muy atractivos y disputados, con gran asistencia de espectadores llegando a ser más alta que muchos partidos de Primera División Profesional. Ex figuras importantes en la historia del fútbol femenino chileno, como la delantera Janet Salgado o la lateral María Isabel Rebolledo, son activas jugadoras en estos torneos amateurs del sur de nuestro país.

De hecho, en la propia Región Metropolitana, sobre todo en las comunas más periféricas, se juegan, con mucho entusiasmo e interés de la gente, torneos femeninos muy bien organizados y ampliamente disputados. Tengo el privilegio de vivir en la comuna de El Bosque, donde se ha logrado armar, inclusive, una Selección Femenina que reúne a las mejores jugadoras de los distintos clubes femeninos bosquinos. Igualmente, en Puente Alto, San Bernardo y La Pintana se llevan a cabo torneos muy atractivos, con clubes que representan a las distintas poblaciones que existen en ambas comunas, con una gran organización, bases y reglamentos que le otorgan real importancia a su realización.

Durante el mes de marzo, el cuadro femenino de Colo-Colo, actuales monarcas de la Primera División Femenina, emprendió un viaje hacia la Región de Magallanes, donde jugó un partido amistoso contra la Selección Femenina de Punta Arenas, a la cual derrotó por 8-0. El resultado pasó a segundo plano, lo importante fue que a aquel partido asistieron más de 3.000 personas, entusiasmadas de presenciar a las actuales campeonas del fútbol femenino chileno en tierras australes. Esta situación podría justificar que la disputa de una Copa Chile Femenina en diversas localidades de nuestro país podría atraer mucho interés del público y motivaría a las futbolistas amateurs de nuestro país a enfrentar a las principales jugadoras de Chile, muchas de ellas seleccionadas nacionales.

Un adecuado trabajo de organización y de marketing podría hacer llevar a cabo la Copa Chile Femenina, lo cual traería beneficios escalonados para la práctica del balompié de mujeres, motivando, en primer lugar, a niñas y adolescentes a la práctica de este hermoso deporte; a las deportistas amateurs de diversas localidades urbanas y rurales en las diversas regiones de nuestro país no solo a la práctica del fútbol sino también a la disputa de torneos cada vez más atractivos y competitivos y, por último, mostrar la realidad del fútbol femenino amateur más allá de enfrentarse a una rama femenina profesional en un partido de fútbol.

Somos muchos los medios, no solo nuestro sitio web, que estamos interesados y esperanzados en que un nuevo Torneo de fútbol a nivel de mujeres se realice en el futuro cercano. Creemos que la Copa Chile Femenina es posible y hay que organizarla de la mejor manera para poder llevarla a cabo, ya sea en el 2024, 2025 o más adelante. Ojalá que la subgerenta del fútbol femenino de la ANFP, Constanza Minoletti, pueda leer esta columna que, más allá de una reflexión personal, es la esperanza de aquellas personas que deseamos que el fútbol femenino chileno mejore su competitividad, se perciba como una inversión y no como un gasto, se masifique a nivel nacional y vuelva a recuperar un sitial que nos llenó de orgullo hace un lustro atrás.

Foto gentileza de www.redgol.cl

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