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La autopoiesis y el fútbol, una relación extrañamente estrecha

En el mundo del fútbol, prominentemente, se concibe como una disciplina y fenómeno de actividad física con una repercusión eminentemente emocional. Sin embargo, hay quienes han ido más allá, proyectando este deporte desde una dimensión intelectual-filosófica, desarrollando una relación entre la teoría autopoietica del intelectual, biólogo y filósofo chileno Humberto Maturana y las bases esenciales del que es considerado el deporte rey.

Extrañamente, el autor de esta teoría filosófica nunca fue fanático ni simpatizante del fútbol, pero, sin quererlo, terminó dando esencia y sustancia a una teoría futbolística que ha logrado calar hondo en grandes técnicos y pensadores de este deporte, tales como Pep Guardiola, técnico multicampeón con el Manchester City y Barcelona, quien en su funcionamiento táctico – fiel a su esencia- ha desarrollado la autopoiesis como una forma de vivir, de verdaderamente jugar a este hermoso deporte.

El fútbol como organismo autorregulado

La Selección de Países Bajos de 1974, dirigida e influenciada esencial y tácticamente por Rinus Michles y liderada en la cancha por Johan Cruyff era un equipo que a pesar de no conseguir títulos caló hondo en el desarrollo y evolución táctica de un deporte que, en los comienzos de su existencia paraba 11 jugadores distribuidos con esquemas que hoy serían sumamente peculiares como un 4-2-4, o 2-6-2, entre otros. La aparición y consolidación táctica de la reconocida Naranja Mecánica permitió, por allá en los años 70 y 80s, combatir con un juego propositivo, dinámico y valiente la desidia de los sistemas defensivos poco eficientes y propios de la esencia del fútbol. Su estilo de juego, como si fuera un complejo sistema mecánico lleno de piezas, tuercas y tornillos correctamente ensamblados también tiene su símil metafórico y material en los complejos sistemas biológicos. La Naranja Mecánica y sus derivados directos e indirectos (Guardiola, Bielsa, Xavi, Luis Enrique) era (y son) verdaderos seres vivos y rugientes.

Uno de los principales expositores y promotores de la unión del fútbol con la teoría integral del filósofo y biólogo chileno Humberto Maturana, es el argentino Matías Manna, quien actualmente es parte del cuerpo técnico de la Selección Argentina y fue parte del equipo campeón del mundo en Catar 2022.

Al respecto de la influencia de Maturana y la autopoiesis, Manna departió con el propio biólogo filósofo, quienes – a pesar de que el chileno no era siquiera simpatizante del fútbol- concordaron que, efectivamente el fútbol podría concebirse como un ente vivo, de alta complejidad sistémica y que, en simples palabras, dentro de la cancha de fútbol – al igual que los sistemas biológicos- se construye constante e incesantemente a sí mismo a través de la consecución de pases y mecanización de jugadas profundamente aprendidas en el ADN en el jugador en cuestión.

La autopoiesis

La autopiesis (junto al fútbol) son los vocablos claves de este artículo, pero ciertamente para quienes son (somos) un público apegados a la pelota, probablemente el concepto concebido por Humberto Maturana y Francisco Varela hace 50 años, en 1973, en el libro “Autopoiesis and Cognition: the Realization of the Living” pueda parecer algo extraño. Pues bien, intentaremos explicar brevemente lo que Maturana y Varela, o Varela y Maturana desarrollaron en una teoría tanto biológica como filosófica que revolucionó múltiples áreas del conocimiento humano.

En 2019, Maturana mencionó que “el concepto de autopoiesis surge en mí, en el intento de contestar una pregunta que me hace un estudiante en 1960 en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Yo dictaba en esos tiempos curso de biología. Me preguntó: Doctor, usted dice que los seres vivos comenzaron hace tres mil ochocientos millones de años. Por tanto, ¿se puede decir en base a lo que usted dice que comenzaron en ese entonces?”, lo que se emparenta, por ejemplo, con la clásica paradoja del huevo y la gallina y la secuencia (casi infinita) de la autorealización y autoconcepción de los organismos a partir de sí mismos, tal y como lo hace un equipo de fútbol cuya sistematización de juego le permite ser “uno solo”, el colectivo como individuo y viceversa constantemente, estableciendo relaciones “biológicas” no solo a través del ser humano representado en los jugadores sino también en la unión desarrollada mediante, por ejemplo pases y asociaciones.

La autopiesis es, en resumen y de manera simplificada, una forma en que los organismos se crean y desarrollan a sí mismos de manera constante y permanente, convirtiéndose tanto en unidades simples como complejas y colectivas pero individuales al mismo tiempo.

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Efectivamente, el fútbol es mucho más que once jugadores detrás de una pelota.

 

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