Hijas del temporal (By @ProfHelix24)

El partido de Deportes Puerto Montt y Universidad Católica de la semana pasada fue algo único.

Fue su primer partido en casa con público desde que comenzó la pandemia. El equipo es visto a menudo como un desvalido: un mercado regional pequeño, la mayoría de las jugadoras locales, y la falta de recursos de muchos clubes con sede en Santiago. Sólo asistió un pequeño público, así que esperaba un partido tranquilo, pero no fue así.

El público era bastante ruidoso a pesar de su escaso número. Animaban a sus jugadoras con orgullo. Cada córner, cada duelo ganado y cada parada de su portero generaban un enorme aplauso, que se hacía cada vez más fuerte a medida que avanzaba el partido. En el segundo tiempo, el equipo de abajo ya dominaba el juego. Una jugadora de Puerto Montt iba a hacer un saque de banda, y se paró y agitó los brazos hacia el público, como si tuvieran que trabajar un poco más sus vítores. Fue particularmente memorable para mí. Cuando vi esta escena, supe que ganarían el partido. Y finalmente lo hicieron.

El partido es especialmente memorable para mí por la sinergia del público y las jugadoras. Este tipo de sinergia sólo puede darse entre un equipo con sede en una ciudad pequeña y con jugadoras mayoritariamente locales (como Puerto Montt). Es posible que hayas hablado con esas jugadoras, que hayas salido de fiesta con ellas o que incluso los hayas visto crecer. El orgullo de verlos derrotar a un equipo mucho más grande como la UC es enorme. Sabes que esas jugadoras no juegan solas. Tienen a la gente de la ciudad o de las regiones cercanas apoyándolos y animándolos.

Además, es increíble ver el impacto que puede tener la inversión (por pequeña que sea) a un equipo femenino. Puerto Montt contrató a dos jugadoras y fichó a algunas más. Trabajan con diligencia para encontrar patrocinadores para el equipo, y organizan los partidos en el estadio principal. También se aseguran de que sus partidos en casa sean transmitidos. Muchos clubes mucho más grandes ni siquiera se molestan en hacer esto para su equipo femenino. Por ejemplo, O’Higgins ni siquiera proporciona los mismos uniformes para su rama femenina. He visto que la palabra “sacrificio” se utiliza mucho en los medios del fútbol femenino en Chile. Pero no se puede promover un deporte idealizando el sacrificio. Estas mujeres trabajan tan duro como los hombres (a veces más), y se merecen la recompensa.