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INTERNACIONAL

Aquellos años en el infierno: cuando el Napoli jugó en Serie C

Por Ignacio Osorio

Recientemente campeón de la Serie A de Italia y una de las sorpresas de la última Champions League, donde compitió de tú a tú con el Milan, multicampeón de esa competencia y semifinalista de esa edición, cayendo por un global 2 a 1 tras una derrota y un empate.

Hoy por hoy el cuadro del sur de Italia ve los frutos de años de trabajo. Junto al campeonato recién obtenido, se suman como “logros” el haberse situado como la gran competidora de lo que fue el todopoderoso Juventus, siendo, ante la debacle por años de los equipos de Milán – Inter y Milan- , el único equipo capaz de rivalizar contra esa máquina que otrora fuese el equipo de Turín. Incluso hoy, lo ha superado. A su presente glorioso y lleno de progresión, se suma aquel pasado fastuoso y lleno de gloria encabezado por quien es casi una deidad en suelo napolitano, Diego Armando Maradona, amo y señor del club y la ciudad durante fines de la década de los 80s.

Sería precisamente algunos años después de esa atribulada, emocionante y ganadora época que comenzarían los problemas. Lejos había quedado el esplendor de la era maradoniana, más se vivía de sus recuerdos, razón por la cual a toda costa se quiso mantener algo de aquella época, endeudando al club en poco más de 50 millones de euros. Corría el año 1999 y antes de su refundación, ya se vivían las primeras grandes decepciones, pues el club, que por aquellos años estaba en Serie B, ascendió para la temporada 00/01 a Serie A, para volver a perder la categoría nuevamente para la siguiente campaña 01/02. Fue ese golpe de nocaut, pues la delicada situación no solo no permitió reforzarse a la altura, teniendo que depender, por ejemplo, de un veteranísimo Massimo Carrera, quien a los 40 años siguió una temporada más en el club para intentar ascender nuevamente, sino que la deuda aumentó y ya para la temporada 03/04 esta llegaba entorno a los 80 millones de euros.

El infierno y un salvador de película

Debido a la delicada situación deportiva y económica, el Napoli no solo se veía acongojado por los puntos, sino también por una serie de deudas y malas gestiones administrativas que hacían todavía más difícil el poder “defender” la integridad del club que viera como uno de los mejores de la historia fuese amo y figura. Fue así que, derivado de la serie de deudas y compromisos impagos, finalmente el Napoli sería finiquitado y descendido administrativamente a la tercera división itálica, entonces conocida como Serie C1.

La crisis es inminente, sin duda, pero como suele decirse, después de la tormenta viene el sol, pues sería en esa temporada donde, en medio de la refundación como Soccer Napoli, que Aurelio di Laurentis, afamado y reconocido director y productor de cine compraría el club en 40 millones de euros, comprometiendo además el pago progresivo de la deuda, que por aquellos ayeres rondaba los 80 millones de euros. De ahí en más, la película comenzaría a ser otra.

Obligados a reforzarse de manera inteligente, sin la capacidad de hacer grandes desembolsos de dinero y la contrariedad de estar en un torneo poco llamativo, el cuadro napolitano armó una plantilla con jugadores jóvenes y algunos parias del fútbol de ascenso italiano. Para dicha campaña 04/05 el Napoli contrato a varios jugadores sudamericanos, tales como Miguel Amodio y Mariano Bogliacino – ambos uruguayos- y jugadores italiano con recorrido y experiencia en el ascenso, como el arquero Emanuelle Belardi (ex arquero sub-21 italiano); Guissepe Grava, a la postre mítico central napolitano; los mencionados Bogliacino y Amodio y otro delantero típico de la B italiana, Emanuele Calaio. A esto se le sumaba una joven promesa, Inazio Abate, lateral derecho proveniente del equipo Primavera del Milán. Entre todos ellos, más otros jugadores provenientes de Serie C, Napoli buscó volver a ser grande.

De vuelta a los orígenes

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El periplo del Napoli, una institución señera, con jerarquía e historia de sobra para la última categoría profesional (a partir de Serie D es semiprofesional) no sería nada fácil, pues al término de la primera temporada se ubicó tercero, quedando fuera de las aspiraciones de ascender en los play-offs. Al año siguiente, finalmente, el Napoli conseguiría su regreso a Serie B. Pero más importante que los títulos, el resurgimiento deportivo e institucional, hay algo que marca la gesta de los celestes, y es que su público jamás abandonó. Durante toda su estancia en la tercera división, los sureños marcaron en promedio una asistencia de público de 36 mil espectadores, teniendo peaks de 67 mil, llenando hasta el hartazgo el ex estadio de San Paolo, actual Diego Armando Maradona.

Las peripecias del Napoli llegaron a su fin con un triunfo –sufrido- ante otro clásico equipo, el Perugia Calcio por 3 a 2, ascendiendo a Serie B para la 05/06 y, posteriormente, en la temporada 06/07 volvería a vivir, ascendiendo a Serie A de la mano de muchos de los jugadores que estuvieron tanto en la C como en la B, como Walter Gargano, los propios Amodio y Bogliacino, entre otros.

Ya de vuelta, los desafíos eran estabilizar al club en la primera categoría y no volver lo que hasta hace cuatro años era una pesadilla. Para esta misión, al cuadro de Nápoles llegarían nombres jóvenes pero con gran potencial, como Ezequiel Lavezzi, Nicolás Navarro, Marek Hamsik (para muchos el sucesor espiritual del Diego) y otros jugadores más clásicos, como Marcelo Zalayeta, Paolo Cannavaro (hermano de Fabio, campeón del mundo) y uno que hizo el recorrido completo, Roberto Sosa.

Roberto Sosa, el último diez

Si hay alguien en quien se pudiera personificar y posicionar como gran emblema del Napoli, es en Roberto Sosa, quien, a pesar de las dificultades propias de lo que conlleva bajar hasta la última división profesional del fútbol italiano, decidió asumir el desafío.

Para esa época Sosa ya era un jugador reconocido. Con poco más de 30 años ya había jugado en históricos clubes italianos y sido parte de Boca Juniors e incluso rechazó jugar en un prominente Udinese, club que por aquellos años hacía sus primeras armas compitiendo en el fútbol europeo.

Luego de cuatro años vestido de celeste, 30 goles en 113 partidos, Sosa cumpliría la promesa de De Laurentis, con quien se comprometió a llevar de vuelta al éxito con tal de ocupar la 10 de Maradona, camiseta que había sido retirada pero que sin embargo debió ser restituida por asuntos reglamentarias de la división.

Así, a grandes rasgos, fue como Napoli y Sosa recobraron la alegría de ser parte del fútbol de élite de Italia, siendo este proceso clave en la construcción de un Napoli que posteriormente posicionaría a grandes estrellas como el propio Hamsik, Cavani, Koulibaly, Lorenzo Insigne, entre otros, y que terminaría afianzándose como el gran campeón de Italia.

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