La opinión del hincha azulgrana, por Jano Nahuel (@janonahuel).
Cuando ya comenzábamos las despedidas luego del tremendo triunfo obtenido en Copiapó. Cuando dábamos las gracias al equipo por el sacrificio del viaje en bus de 22 horas y ganar al rival directo en un campo esquivo, por el gran torneo realizado y todo lo entregado, de pronto se abrió una puerta a la post temporada. Pasó que vino de la mano de la desgracia de Deportes Concepción, pero también como premio al convencimiento de la azulgrana, que mantuvo siempre el hambre de entrar a la liguilla y de pelear con todo por el sueño.
Es un premio, nadie lo puede cuestionar. Este equipo demostró en cada partido que merecía ese lugar esquivo que nos daría paso a la liguilla, con actitud, compromiso y trabajo silencioso.
La aventura no era del todo fácil, pues por tomar el cuarto cupo quedamos emparejados con el clásico rival de la B, el que sin lugar a dudas fue el mejor equipo del torneo y gran favorito para ganar la Liguilla: Curicó Unido.
El cuadro tortero fue de los pocos que logró doblegar a la azulgrana en casa y metía miedo con la delantera más goleadora del campeonato. Con el favoritismo a cuestas, llegó a la ciudad de Los Ángeles intentando dar el primer zarpazo. Sin embargo, en frente se encontró con un equipo ordenado en todas sus líneas, armado de valor para pelear cada balón y que demostró que ser parte de la liguilla no era un regalo.
Triunfo iberiano por la cuenta mínima y crece la ilusión en la ribera del Bio Bio. La tónica del campeonato siempre fue ganar de local e igualar como visitante. Por ello, a pesar del juramento de los franja sangre de dar vuelta el resultado, la fe de los angelinos se cimentaba en el más que positivo trabajo realizado en el primer encuentro y la presión que debían enfrentar los curicanos en su propia casa.
El llamado de los de la Séptima región era a ratificar el trabajo realizado a lo largo del campeonato y a llenar el estadio para amedrentar al crecido cuadro iberiano. Pero la azulgrana tenía preparada una sorpresa, de esas que ni los magos cuentan entre sus rutinas.
Un primer tiempo donde Curicó salió a jugarse el todo por el todo, encontró un cuadro iberiano nervioso, desorientado a ratos y ofuscado en jugadas sencillas. Rápidamente la llave estaba dada vuelta para los torteros: dos a cero en el primer tiempo y todo hacía pensar que pronto llegaría la lápida para un confundido Deportes Iberia.
Pero el conejo debía salir del sombrero. Una buena lectura de Nelson Soto, cambios de nombres, posiciones tácticas y se comienzan a ver los resultados en la cancha. Iberia se hace de la pelota, se controlan los ataques curicanos y poco a poco la azulgrana comienza acercarse al área de Deschamps, quien se inquietaba cada vez más con habilidad de Lucero y los embates de un portentoso “Didí” Torres.
Los goles de Salinas y Echeverría desarmaron a los de Marcoleta, quienes no lograron descifrar el reordenamiento defensivo azulgrana que parecía blindar el arco de Cabrera. El invitado de piedra, como tildaron a Iberia, se transformó en la piedra donde tropezó el gran favorito. El empate sellado dos a dos daba pasajes a la final del torneo a un Deportes Iberia que no se cansa de ilusionar a sus hinchas, que no se cansa de sorprender al mundo el fútbol y que ha predicado con el ejemplo que, como en todos los aspectos de la vida, siempre hay que pelear hasta el final.
Crece la ilusión, aumenta la fe y se desborda la pasión. Pasito a pasito, Iberia querida, con la humildad que nos caracteriza. Trabajo, compromiso y coraje. Vamos por más.
Foto: www.daleiberia.cl