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FÚTBOL FEMENINO

Columna: Un torneo corto con disfraz de largo

Por Rodrigo Molina.

Corría el mes de febrero del presente año y en el entorno del fútbol femenino chileno existía la inquietud porque no había información alguna sobre el inicio del nuevo Torneo de Primera División Femenina 2023 ni de sus bases, temor que se acrecentaba tras el creciente rumor de que se barajaba la posibilidad de realizar un torneo corto que duraría entre cuatro a seis meses debido a la disputa de los Juegos Panamericanos en Santiago y a la posible participación de la Roja Femenina en el Mundial de Oceanía a jugarse en Australia y Nueva Zelanda.

Pues bien, la Selección Chilena Femenina era tristemente eliminada de dicho Mundial cayendo ante su similar de Haití en el Repechaje. A pesar de aquello, cundía el hermetismo en la ANFP, quien no daba luces sobre cuando comenzaría el Torneo de este año, mientras algunas de las diversas ramas femeninas iniciaban sus pretemporadas, armaban poco a poco sus planteles y daban paso a la firma de los primeros contratos con sus jugadoras.

Comenzaba el mes de Marzo, y junto con ello surgirían las primeras voces que expresaban su malestar por la situación que estaban viviendo por la no iniciación del campeonato. Una de ellas fue la defensora de Santiago Morning Daniela Pardo, quien, a través de sus redes sociales, declararía lo siguiente: “Y aquí estamos, un año más, esperando a los mismos de siempre. El campeonato no tiene para cuando empezar, el último partido fue hace más de tres meses, y no hay fixture, no hay planificación”. La molestia de Pardo se constituía en la voz de las jugadoras, inquietas por la ausencia de las bases y del formato del nuevo torneo, de que aquel tema quedara sin tratar en el Consejo de Presidentes, y que las mujeres quedasen relegadas a un segundo plano.

ANJUFF, como asociación que defiende los derechos de las futbolistas, estaba pendiente de los avatares de esta situación y comenzaba a exigir respuestas a la ANFP. Desde sus oficinas en Quilin, el ente rector del fútbol chileno defendía su posición, señalando como argumento las dificultades en la puesta en práctica de la Ley de Profesionalización del Fútbol Femenino, lo cual retrasaba la aprobación de las bases del nuevo campeonato. Su presidente, Pablo Milad, expresaba que un dictamen de la Dirección del Trabajo, en cuanto al mínimo de jugadoras que se tienen que contratar para conformar un plantel, demoraba la redacción de las bases, las cuales se tenían que ajustar a lo estrictamente legal.

Entre ANJUFF y la ANFP surgirían las primeras diferencias después de algunas reuniones y mesas de trabajo. La asociación de futbolistas femeninas manifestaría sus aprehensiones, sobre todo por temas relacionados con la aplicación de la nueva Ley de Profesionalización. En Quilín responderían con total franqueza: “Empezaron a salir un montón de diferencias en la interpretación de una Ley tremendamente deficiente. Es una ley laboral que profesionaliza a las jugadoras, pero no a la Liga”. Temas como el inicio operativo de la nueva Ley, si habrá o no futbolistas sub-19 incorporadas en la nueva relación contractual entre clubes y jugadoras, y la forma en que se definiría la relación laboral con las jugadoras sin contrato. “No se puede trabajar en forma diferenciada con las jugadoras con y sin contrato. El fútbol supone la organización de una actividad colectiva”, declaraban en Quilín al matutino La Tercera.

Empero, el gran tema que provocaba trabas entre ambos entes era sobre la duración del Torneo 2023. ANJUFF se mantuvo firme en rechazar la creación de un torneo corto que se extendería entre Marzo y Septiembre, mientras que la ANFP daba a conocer sus razones para defender la prosecución de un torneo de lapso breve en el tiempo, señalando que era “imposible jugar hasta finales de año”. Plebiscitos, Fiestas Patrias, Copa Libertadores Femenina, fechas FIFA y los Panamericanos, impedirían el normal desarrollo de un torneo largo como lo pretenden las futbolistas y su organismo representante. “Lo más sano es parar”, declaraban en Quilín.

Finalmente, el día jueves 09 de Marzo del presente año, el Consejo de Presidentes aprobaría las bases y el formato del Torneo de Primera División Femenina 2023, acogiendo las propuestas formuladas tanto por Colo-Colo como por U.de Chile, dos de los clubes femeninos más importantes del país, y los dos últimos finalistas en el 2022. El Torneo 2023 tendría una fase regular, de una rueda, donde los clubes se enfrentarían todas contra todas, para pasar a una segunda fase donde se formaría una Liguilla por el Campeonato, formada por siete equipos que clasifiquen entre el 1° y el 7° lugar, de los cuales los cuatro primeros clasifican a semifinales, mientras que los otros siete equipos que clasificasen entre el 8° y el 14° lugar tendrán que jugar una Liguilla del Descenso, en donde los tres últimos lugares descienden al Ascenso Femenino, se van a la B.

El Torneo comenzaría el fin de semana del 25-26 de Marzo, y ambas fases antes detalladas se llevarían a cabo hasta la última semana de Septiembre. Los cuatro equipos que clasifiquen a semifinales se enfrentarían en duelos de ida y vuelta para determinar a los dos equipos que se enfrentarán en una Gran Final, a jugarse en un partido único entre noviembre y diciembre.

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En síntesis, es el mismo formato del Torneo del año pasado, con algunos bemoles.

Dentro del entorno del Futfem nacional, en un inicio, festejaron la aprobación de esta propuesta. Incluso, según mis fuentes, hubo voces que expresaban, a viva voz, que “le habían doblado la mano a la ANFP*.

Pero, realmente, ¿le doblaron la mano a la ANFP?

En medio de este jolgorio inicial, surgió una voz sensata que declaró que este campeonato no era lo largo que se señalaba en un principio. “Este no es un campeonato largo. Es un torneo corto con disfraz de largo”, habría señalado esa voz sensata. Imagino que el rictus de algunas protagonistas de nuestro balompié femenil pasó de la alegría a la desilusión.

El jueves 16 de Marzo, a través de su Twitter oficial, ANJUFF expresaba su disconformidad con el formato y las bases del Torneo 2023, declarando, entre otros aspectos, que no se podía celebrar un campeonato que es corto para la mayoría de las jugadoras, además de mantener un injusto sistema de pases. “No celebraremos un campeonato largo con letra chica. Solo cuatro equipos jugarán hasta diciembre, mientras que la gran mayoría lo hará hasta septiembre. Queda claro que un campeonato corto para la mayoría de las jugadoras no es viable con la profesionalización del fútbol femenino y su desarrollo a nivel nacional. Ante esta realidad, instamos a los clubes a que hagan todos los esfuerzos posibles para entregar certeza laboral a las jugadoras durante todo el año”.

El nivel de competitividad del fútbol femenino chileno ha decrecido a niveles alarmantes en este último tiempo. Mientras en Chile se realizan torneos cortos escasamente competitivos, en otros países del orbe se apuesta por mantener y desarrollar torneos largos que aumenten dicho nivel de competitividad, lo cual va asociado por la cantidad de partidos que juegues. Queda claro que mientras más partidos una futbolista juegue, mayor será su nivel competitivo. Está el caso de Argentina, que actualmente se sitúa como la tercera potencia en Futfem a nivel sudamericano, solo superada por Brasil y Colombia. En el país trasandino, las futbolistas juegan dos torneos al año, todas contra todas, dentro de un periodo de tiempo que va entre los 10 a 11 meses jugando fútbol, en torneos altamente disputados, lo cual contribuye a mejorar sus diversas condiciones. La volante argentina Camila Gómez Ares, actualmente en la U.de Concepción, hace hincapié en la realidad del fútbol femenino de su país en una nota dada hace un tiempo: “En Argentina, más que las condiciones futbolísticas y técnicas de las jugadoras, lo que ha mejorado la calidad del fútbol femenino en mi país es el modelo de competencia”, reforzando la idea antes señalada.

Es menester que tanto ANJUFF como las diversas ramas femeninas de los clubes del fútbol chileno, destinen todos sus esfuerzos para que, desde el 2024 en adelante, se puedan llevar a cabo torneos efectivamente largos, donde las futbolistas puedan estar jugando fútbol, por lo menos, unos 10 meses al año, lo cual contribuiría a aumentar la experiencia en cancha y mejorar aquel nivel de competitividad ahora perdido. Este año se privilegió mantener el mismo modelo del año pasado, con escasa disputa de partidos y en un periodo de tiempo breve. Inclusive, cada club jugará UN PARTIDO MENOS en relación al 2022.

Lo ideal sería, a mí juicio, que a partir del próximo año se juegue un torneo largo de dos ruedas, todas contra todas, para pasar posteriormente a disputar etapas de liguilla y/o playoffs, y que, junto con la disputa de este tipo de campeonato, se lleve a cabo una Copa Chile Femenina, que enfrente a los clubes de ambas divisiones entre ellos y contra destacados equipos amateurs, lo cual contribuiría a masificar a nuestro deporte en el país, y a motivar y estimular a niñas, adolescentes y mujeres a su práctica. El ejemplo de Colo-Colo jugando a estadio lleno en Punta Arenas hace unas semanas constituye un ejemplo de que es posible jugar una Copa Chile a nivel femenil.

Chile debe recuperar su sitial. Hace un lustro era potencia a nivel femenino en el fútbol sudamericano. Tal vez haciendo que nuestras futbolistas jueguen más de 30 partidos al año y creando campeonatos como se juegan en casi todo el mundo, ellas puedan volver a tener ese nivel que las hacia destacarse y ser admiradas por todos nosotros.

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